jueves, 26 de febrero de 2009

UNA NOTA PARA LOS PAPIS, DOCENTES Y OTROS ADULTOS

¿QUÉ ES UN VIVERO LITERARIO COMO ESPACIO PARA EL LIBRO Y LA LECTURA?
Autora: Inés de Cuevas



DEFINICIÓN

Los sitios donde reunimos a los niños para realizar juegos verbales, rondas, otros juegos, cantar canciones y leer, los he identificado como Espacios para los Recreos Literarios.
Estos espacios son pequeñas zonas de lectura bien acogedoras, alegres, sencillas y con mucho colorido, donde todo está al alcance de los lectores y en constante movimiento: libros, mobiliario, ambientes...

DESCRIPCIÓN

Cada Vivero literario está constituido por seis zonas : La comarca de la Poesía, Cuentan que una vez un Ciempiés..., El Globo de las Fábulas Viajeras, Las Cajas Mágicas, Aquí ... Publicaciones Periódicas y El Cajón Secreto de los Mitos y Leyendas. Como veremos, todo lo que manejan los niños en estos lugares ha sido fabricado respetando sus gustos y necesidades.

Estas seis zonas conforman un ambiente de lectura único en su estilo, sin la sobria rigidez de las bibliotecas tradicionales para niños. En Los Viveros todo se construye pensando en los pequeños. Al elaborar la estantería y los materiales de lectura, lo hacemos atendiendo a sus intereses lectores, su estatura física y el tamaño de sus manos.

En estos ambientes los niños pueden rodar El tren o abrir y cerrar las puertas y ventanas de la Casita de La Poesía; también pueden llevar y traer La Carretilla de Los carteles, arrastrar el Ciempiés de Los Cuentos, girar el Globo de Las Fábulas, mecer el Trapecio de las Revistas, balancear La Cuerda de los diarios y, participar en la lectura de los textos.
Para los Espacios he seleccionado lecturas que sean del agrado de los pequeños, porque es suficientemente conocido que "...el hábito de leer difícilmente se adquiere en libros que no sean de literatura”(1). De tal manera que desde que el niño ingresa en el preescolar lo ponemos en contacto con la lectura placentera para que se vaya familiarizando con la palabra escrita.
No vamos a pensar que Los Viveros Literarios se crearon para enseñar a leer y escribir a los chicos. No, nuestra idea se fundamenta en la vinculación del niño con la lectura, poniendo de manifiesto todas sus emociones y sentimientos. Esta participación no eferente, sólo se la facilita la lectura que no tiene intencionalidad eminentemente didáctica, la lectura que no quiere informar o explicar algo de utilidad práctica; sino cuya intención es producir placer estético, recrear el espíritu: Textos que finalmente van a formar niños lectores. "Un niño que gusta de los libros antes de saber leer (...) progresará rápidamente aumentando sus conocimientos generales y el dominio de su idioma", aclara Brenda Thompson (2).
Todas las lecturas que circulan en los Espacios para Los Recreos literarios están dirigidas a la vida afectiva e imaginativa del niño, a su gusto emocional, al estímulo creador. En la selección del material se respeta la degustación lectora de los pequeños.

Mediante las actividades en Los Viveros literarios, hemos motivado el reencuentro de los docentes con las retahílas, trabalenguas, disparates, cuentos de nunca acabar, coplas, refranes, décimas, rimas, cantos, rondas, jitanjáforas, juegos mímicos, adivinanzas... También los hemos acercado a los diálogos, leyendas, fábulas, mitos, cuentos y poesías.
En dichas zonas todas las lecturas se exponen al alcance de los usuarios, porque lo ideal es que ellos acudan voluntariamente al encuentro con los textos sin intervención del adulto que los acompaña. Así, el acto de leer o de escuchar no se convertirá en un cometido más que el auditorio debe acatar.
En Los Viveros, los niños no están condicionados para ejecutar actividades programadas por el adulto donde los pequeños se convierten en un objeto inmóvil frente a un hablante que narra o lee lo que ha preparado para ellos.
En este ambiente los párvulos se desplazan por el lugar para hojear los instrumentos de lectura o para buscar lo que ellos quieren que les leamos. Tienen -dentro del lugar- absoluta libertad para separarse del grupo o emparejarse y comentar las cosas que les sugiere alguna ilustración o lectura.
En estas zonas los libros no muestran los lomos al visitante -como normalmente sucede en cualquier biblioteca- Aquí, ellos abren su corazón para que los niños vean lo que hay dentro. Algunos enseñan sus portadas; otros, sus páginas ilustradas a todo color.

En el juego de lectura con los niños hay respeto por su libertad, pero dentro de ciertas normas que permitan escuchar con atención y, al mismo tiempo, mantener en buen estado el moblaje y los instrumentos de lectura. Ya que como apunta Barrera Moncada: "El niño que no siente las experiencias de orden (...), adquiere un errado concepto de la libertad”(3).
Los Viveros poseen una variedad antológica que no encontramos en un gran porcentaje de las bibliotecas escolares. Para lograr esta diversidad de textos realizamos un rastreo investigativo
-minucioso- en librerías y en bibliotecas públicas y privadas.
Los muebles y los materiales de lectura de los Espacios son elaborados por los docentes durante los talleres. En los Espacios rotan continuamente los textos para que haya deseos de escuchar nuevas lecturas o de repetir las que más les han impactado. También tenemos al alcance de los lectores, la página "Con los Niños” que editamos semanalmente en el Diario Frontera de Mérida, ya que escolares de diferentes lugares de Venezuela y de otros países del mundo, participan con sus textos y dibujos.
Todas las lecturas que en Los Viveros se exponen son para el disfrute libre (sin obligaciones), sin la pesada actividad de las tareas complementarias como: responder a preguntas premeditadas por el adulto, ejecutar ejercicios de ciencias, pintura, modelaje en plastilina, etc. Estas estrategias están totalmente apartadas de nuestro objetivo, ya que la lectura que allí se realiza no la consideramos como recurso didáctico, sino como alimento sustancial, humus energético para nutrir el alma. Lamentablemente, la lectura placentera tiene una presencia sosegada en las escuelas. Nuestra labor es despertarla y echarla a andar entre los niños para que la escuchen y jueguen con ella.

El juego lector en estos lugares ha facilitado en los chicos el desarrollo adecuado de los procesos del conocimiento y expansión de su pensamiento; ha estimulado su imaginación; les ha brindado la oportunidad de mejorar y ampliar gradualmente su léxico y, en consecuencia, les ha proporcionado habilidades para comunicarse sin limitaciones con los adultos y con otros niños.
A este respecto, Barrera Moncada, aclara que:
" ... el niño que no ha tenido buen desarrollo lingüístico durante sus años preescolares seguramente encontrará dificultades en su rendimiento escolar, puesto que, además de tener un pensamiento poco preciso debido a su pobreza de lenguaje, recibe habitualmente una enseñanza muy cargada de procedimientos verbales” (4)
La interacción permanente del niño con el docente que lo atiende en el Vivero Literario, ha estimulado poderosamente su lenguaje y el vínculo directo con los libros y otros materiales impresos que nunca habían utilizado y, le ha permitido incorporarse simultáneamente a la lectura. En un Vivero se atiende la necesidad de lectura de muchos niños. Los pequeños son agrupados en 7 ó 10 por sesión, de manera que se les pueda prestar atención personalizada ya que, además, estamos permanentemente sirviendo de intermediarios entre éstos y la lectura y de ínter actores entre ellos y nosotros, anexando al mismo tiempo, nuestro rol de observadores de las acciones y conversaciones entre niño y niño.
Cuando un adulto manifiesta el deseo de colaborar en un Vivero Literario, se presupone que está entrenado en el oficio de interactor y observador, ya que es importante recoger las reacciones momentáneas de los niños (relacionadas con textos e ilustraciones) para apuntarlas en el registro de novedades.
Todos estos años he indagado responsablemente acerca del gusto de los niños y he llegado a la conclusión de que ellos caminan en la misma dirección de mis ideas: Los niños merecen un paraíso lleno de ese encanto que aún permanece en quienes desde la más temprana edad tuvimos más que las páginas de Tricolor, las publicaciones de Herminio Almendros, los cuentos de Las Mil y Una Noches o los poemas de Rubén Darío, para soñar, jugar y cantar.

1.Limen. Revista de orientación didáctica. N° 70, año XIX, Buenos Aires: Kapelusz. febrero, 1981, p. 1.
2. Thompson, Brenda. El libro preescolar. Guía para padres y maestros de niños entre dos y cinco años de edad. México: Edit. Diana, mayo, 1982, p. 82.
3. Barrera Moncada, Gabriel. La Edad Preescolar. Comprensión biopsico- social y educativa. Barcelona-España, Salvat Editores, 1979, p.237.
4. ïdem. p. 157.

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