domingo, 3 de enero de 2010

LA NOCHE QUE LOS REYES NO LLEGARON

Inés de Cuevas

En una apartada aldea de los Andes Venezolanos, vivía Maria con Juan y sus dos hijas.
La víspera de la Epifanía, María dijo durante la cena:
Mañana es Día de Reyes, por todos los lugares de Vega Vieja pasarán Melchor, Gaspar y Baltasar con los caballos cargados de regalos para los niños que dejan los zapatos en los umbrales de las puertas o en las balaustradas de las ventanas”.

Durante los días de Navidad era costumbre en María, narrar interesantes historias a sus hijas... Pero, las veladas se hacían tan largas que las niñas terminaban con sueño.
La víspera de Reyes mientras María leía, Carolina y Caterina escuchaban con los ojos cerrados... La noche era tibia y clara, y las niñas se quedaron profundamente dormidas.

Al otro día, bien temprano, Carolina y Caterina se desprendieron de sus cobijas y corrieron hacia la puerta. Al abrirla, encontraron una nota en manuscrito que decía:

Queridas Niñas:

Como olvidaron colocar los zapatos, no podemos dejarles los regalos. No nos esperen despiertas, regresaremos tarde y vendremos muy cansados.

Sus amigos,

Los Reyes Magos.

Asombradas ante el mensaje de los Reyes y recordando la historia narrada por su madre la noche anterior, corrieron en busca de los zapatos y los colocaron en el lugar donde los Reyes habían dejado la nota... Luego, se sentaron a esperar. Las horas pasaban y los Reyes no llegaban. Carolina, impaciente, tomó el papelito y lo leyó de nuevo:
No nos esperen despiertas, regresaremos tarde y vendremos muy cansados”.

“¡Es mejor que vayamos a la cama!” –dijo Carolina a su hermana- “
Los Reyes no quieren que estemos despiertas”.
Esa noche, cuando el campanario de la torre de Vega Vieja anunciaba la madrugada, en los sueños de Carolina galopaba el paso de los Reyes. Ella oyó los cascos de las cabalgaduras y sintió que caminaban por el jardín y que se detenían, justo, bajo la ventana de su cuarto. Pero no se atrevía a asomar la cara...


A los Reyes no les agradará que esté despierta”,- pensaba- mientras repetía:No nos esperen despiertas, regresaremos tarde y vendremos muy cansados”.

Al otro día, con los primeros rayos del sol, Carolina y su hermana saltaron de la cama y corrieron hacia la puerta, al abrirla, encontraron dos cajas envueltas en papel de regalo junto a una tarjeta que los Reyes habían dejado con el siguiente mensaje:

Queridas Niñas:

En esta madrugada de enero, con el firmamento apretado de incalculables luces lejanas, volvimos hasta su casa para dejar en los recién estrenados zapatos de patente azul, los regalos que nos pidieron la víspera de la Epifanía del Señor.
¡Que tengan un buen día!


Un besote de sus amigos
Melchor, Gaspar y Baltasar.

Aldea de Vega Vieja, enero de 1978
( Texto tomado del libro inédito de Inés de Cuevas: Campanario de Navidad)

2 comentarios:

  1. John, gracias por visitarme.
    Gracias por sus comentarios.
    Un buen abrazo.

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  2. leena, gracias por sus halagadores comentarios.
    Este cuento está basado en un hecho familiar cuando mis hijas eran unas niñas de 4 y 7 años de edad. Pertenece a mi libro: CAMPANARIO DE NAVIDAD.
    Pronto verás otros textos.
    Gracias por tu visita.
    Un abrazo.

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