Autora: Inés de Cuevas
Imágenes de Google. Composición ilustrada en PowerPoint
En el pueblo de Allaquedó, los habitantes eran tan intranquilos y raros, que al encontrarse en cualquier esquina o calle, se saludaban inclinando
el cuerpo hacia el lado derecho, hacia el lado izquierdo, hacia atrás o hacia delante haciendo una
venia, dando volteretas o danzando sin parar... Claro, todo dependía del rumbo que llevara el viento.
Por eso, antes de saludarse miraban fijamente al
torreón de la antigua fortaleza.
Era que en lo alto de esa torre había
un pentagrama y, cuando el gallo
cantaba, las notas volaban, metiéndose por
las rendijas de las puertas o de las ventanas, y barriendo las calles del
poblado, los techos de las casas, los bancos de la plaza, el césped de los
jardines, los cables de la electricidad, las copas de los árboles... y, paremos de contar.
Cierto día llegó a Allaquedó un circo con muchos animales y payasos.
Los niños y las niñas mostraban vivo interés por las cosas que había bajo
la carpa de colores, pero todo dependía del pentagrama, o para decir mejor, de
la dirección de las notas de ese pentagrama; así que si la flecha indicaba el
punto Este, el viento amable y cariñoso con los niños y las niñas, lanzaba su mensaje en forma de canción:
El circo ya llegó,
tomados
de las manos
iremos hasta el circo
cantando mi canción.
Yo soy el viento Este
que desprendió las notas
de la veleta alegre
del viejo torreón.
Pero no habían entrado en
la carpa cuando se produjo un fuerte resonar.
Todos miraron fijamente a la Veleta del Torreón que se movía impaciente,
indicando el punto Oeste. Había cambiado
tan rápido la partitura, que los niños, asombrados, no sabían qué era lo que
realmente ocurría, hasta que desde lo alto llegaron los acordes de otra
canción:
Yo soy el
viento Oeste,
que quiere
ir al circo
a ver a los
payasos
cantando y
dando brincos
Todos entraron en la
carpa. Los vientos estaban tranquilos y las niñas y los niños, también. La primera escena consistía en que el
payaso Pelirrojo debía llevar en el extremo norte de su varita
mágica, la nota DO en Clave de Sol para lanzarla al trapecio. Pero, cuando hizo el intento, la nota se
quedó adherida a la varita y no había manera de despegarla. Entonces, el viento Este
-siempre amable con los niños y las niñas- dio un profundo resoplido que
de inmediato puso a la nota (con
zapatillas y todo) en el
balancín... No sabemos cómo, ni de qué
lugar del circo, un grillo saltó al trapecio con la nota RE. De inmediato, hubo un silencio sepulcral
y la carpa comenzó a moverse fuertemente.
El viento ESTE asomó la cara para mirar a la Veleta del Torreón... observó cómo el viento Norte venía cargado
de furia porque habían omitido su nombre en la lista de invitados a la función.
Las notas que aún no habían actuado, presas de miedo, no querían salir, pero
vaya magia la del mago Hadabán: con patines, y en su pipa de tabaco, llevó en
secreto las notas Mi, Fa, Sol, La, Sí; que en una columna de humo subieron
hasta el trapecio para empezar la función...
Solamente faltaba la
Clave de Sol.
Pasaban los minutos
y, nada.
El pentagrama no estaba completo
¿Dónde se habrá metido la Clave de Sol?. Los vientos empezaron a preocuparse y
salieron a buscarla. Ya no estaba en
la Veleta del Torreón… El viento Norte
la llevaba por los aires entonando esta canción:
La Clave de
Sol es mía
la bajé del
torreón
para entrar
con ella al circo
y poder ver
la función.
El viento Este y el viento Oeste guardaron
silencio... Profundo silencio. Sentados, todos esperaban la presencia del
viento Norte. Cuando el viento Norte entró, las notas que estaban en el
trapecio comenzaron a cantar:
Se acerca
el viento Norte,
la veleta
ya cambió
Ahora,
digamos todas:
Llegó la
Clave de Sol.
El viento Sur que era más
sereno y pacífico, entró detrás del viento Norte para refrescar el ambiente
dentro de la carpa, pero se ubicó -sin darse por advertido- justo, al lado de
un payaso preguntón.
El payaso se acercó lo más que pudo, e interrogó al
viento Sur:
-¿Quién
marca su ruta en el pueblo?
-A lo que el viento Sur contestó:
-La
Veleta del Torreón
-¿Por
qué la Veleta del Torreón? -Preguntó
el payaso.
-Porque tiene guardada
-en su flecha- una canción.
-¿De
qué canción me habla?
-De
la canción de los vientos
-¿Qué
dice esa canción?
-No
te lo puedo decir, porque es un secreto
-¿
Y, por qué es un secreto?
-Porque
solamente lo sabe la Bruja de la Veleta.
-¿Y,
quién es la Bruja de la Veleta?
-preguntó
(intrigado) el payaso.
-Para
saber quién es la Bruja de la Veleta
-respondió
el viento-
tienes
que revisar toda la obra artesanal de
Minutti o hacer un largo viaje a la América del Sur.
-¿Y... Quién es Minutti? - interrogó el payaso.
-Minutti
es un artista mexicano que desde hace años funde manualmente (en aluminio)
pieza por pieza para moldear -en relieve- cada una de las veletas de su
colección. Y... ¡¡Qué colección...!!
-respondió el viento Sur.
-¡Aaaaaah...! -Replicó el payaso, interrogando de
nuevo:
-¿Qué
otros secretos hay entre ustedes y las veletas?
-Bueno,
que ellas conocen desde hace muchíiiiisimo tiempo, “todas las posibles y
caprichosas direcciones” que se nos antojan, y que en la antigüedad nadie se hubiese enterado de esto de no ser por las
veletas.
Cuando el payaso consultó su reloj, vio que eran las dos de la madrugada
y que ya la carpa había quedado vacía.
Estirando los brazos lo más que pudo y dando un laarrrgo bostezo, se
retiró a descansar y, el viento
Sur, continuó su acostumbrado camino para recoger en los meses de julio a octubre, historias de
huracanes, tornados y ciclones en los mares tropicales de nuestra América.
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